Pensemos en todas las cosas que tocamos a lo largo del día: el teléfono, el pomo de la puerta, el cepillo del pelo, la jarra del agua, el teclado del ordenador, los juguetes, el bolígrafo… Los gérmenes están en nuestras manos y se esparcen por todas partes. Para que los niños lo entiendan, podemos explicarles algo así como: “Los gérmenes se parecen a la purpurina porque se pegan a todo, pero son tan pequeños que no podemos verlos. Ellos son los causantes de las enfermedades y los culpables de los contagios. A través de nuestras manos y de los objetos que tocamos pasan de unas personas a otras. Para acabar con ellos hay que lavarse las manos a menudo y frotárselas bien”.
Aprender lleva su tiempo
Lavarse las manos es un hábito muy importante que debe adquirirse en la infancia. Requiere ciertas habilidades que el niño irá adquiriendo poco a poco. Al principio tendremos que lavárselas nosotros e ir enseñándole cómo se hace. En cuanto sea posible, antes de los dos años, debemos dejarle que practique, que intente hacerlo él solo, aunque luego haya que repasar su tarea y limpiar sus salpicaduras.
El pequeño puede elegir una pastilla de jabón o un gel a su gusto y tener su propia toalla con su estampado favorito. Además deberá contar con un banquito apropiado que le permita llegar al lavabo por sí mismo.
El entrenamiento y la regularidad en la repetición de esta rutina llevará a la adquisición del hábito. Conviene seguir una norma fija que se relacione con cada momento cotidiano; por ejemplo: al llegar a casa, lo primero es ir al lavabo; antes de merendar, hay que lavarse bien, etc.
Es importante que aprendan a asociar la higiene de las manos con determinadas situaciones. Empezaremos con las más comunes e iremos ampliando poco a poco.
La instauración del hábito dependerá de nuestra perseverancia. Tenemos que darle la importancia que merece y reforzar con actitud cariñosa todos los logros del pequeño. También es necesaria la coherencia en la actuación de ambos padres. De este modo conseguiremos que el niño se ocupe de lavarse las manos de forma automática. Para casos en que no haya un lavabo cerca, los padres deben llevar encima toallitas húmedas o geles que lavan las manos sin agua. Así el niño verá la importancia que la higiene tiene en cualquier circunstancia. El pequeño debe asociar el lavarse las manos
con la sensación de bienestar físico, psíquico y social que proporciona la higiene, para ello hay que decirle cuánto nos gustan sus manitas limpias, lo bien que huelen, lo suaves que están…
El juego facilita el aprendizaje. Propongamos actividades como bañar a los muñecos, e inventemos una canción o una rima para el proceso.
Tenemos que aprovechar la necesidad de imitación de los niños. Los padres deben dejar que su hijo les vea cuando se lavan las manos y expresar cómo lo hacen y por qué. (Hay que constatar que algunas encuestas cifran en menos de un 30 por ciento las personas que se lavan tras usar el servicio y sólo el 20 por ciento lo hacen después de tocar el dinero).
Momentos para ir al lavabo
• Al llegar a casa
• Antes de comer
• Después de usar el váter
• Después de jugar con niños que estén malitos
• Después de jugar con animales
• Después de jugar en la calle
• Después del recreo del colegio
• Después de hacer deporte
• Antes de acostarse
• Siempre que estén sucias