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No te vayas mamá

Cuando son bebés pequeñitos, los dejamos con los abuelos y no protestan; y cuando parece que ya van haciéndose mayores, son capaces de todo tipo de estrategias, gritos y lloros para evitar que salgamos. Es porque piensan que si nos vamos, no volveremos, y da igual que les aseguremos que por nada del mundo podríamos vivir sin ellos.

Para que el bebé pueda acostumbrarse a estar un tiempo sin sus padres presentes, sin angustiarse con la idea de que no volverán, debe entender que aunque él no los vea, sus papás existen y no le han abandonado. Tiene que estar seguro de que van a regresar. Pero eso no se aprende de un día para otro. Es un proceso que se desarrolla entre los 15 meses y los 3 años, y que nos sorprenderá con fases similares a esta.

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La importancia de las rutinas

Todo aquello que se pueda repetir en la vida del bebé, como acostarle en su cunita y no en otro sitio o llevarle de paseo o darle un masaje, le permite disfrutar más el momento porque sabe de qué se trata. Las rutinas dan seguridad al bebé, que pronto es capaz de anticipar qué es lo que “toca” ahora.

Tan importante como organizar un día a día estricto en el que a las 10 de la mañana hay que bañarle, a las 11 darle de comer y a las 12.30 llevarle de paseo, es que cada actividad tenga cierto ritual, respetar una forma de hacer las cosas para poder repetirlas. una vez que el niño conoce y cumple las rutinas, no importa tanto si un día le llevamos de paseo por la mañana y al otro día lo hacemos por la tarde.

Es fundamental la repetición de los mismos gestos a la hora del aseo, de dormir, de vestirle… eso logrará que, más adelante, el niño adquiera los hábitos de conducta que queremos transmitirle.

El día a día

Cada día tiene que tener de todo: comida, juegos, baño, sueño, paseo, masajes. al principio todo se organiza alrededor de la comida, ya que prácticamente sólo se despiertan para comer. a medida que van pasando más tiempo despiertos, incorporan otras actividades. Hay bebés que enseguida consiguen cierto ritmo, por la mañana pasan un par de horas despiertos y se puede aprovechar para bañarlos o pasear y se va creando el hábito. Otros no muestran regularidad, a veces tienen energía por la mañana y otras por las tardes. Poco a poco, respetando sus ganas, iremos introduciendo hábitos. Para conseguirlo, lo mejor son los rituales porque así la actividad se convierte, también, en un juego. Con ellos se puede jugar a todo, se divierten tanto con el baño como con la comida. Jugando les encantará hacer lo que tengan que hacer.

La rutina E.A.S.Y.

Easy significa fácil, en inglés. se forma con Eat, comer, Activity, actividad, Sleep, dormir y You, tú o usted. Porque en la rutina diaria también debe estar incluido ese rato para que la mamá o el papá se ocupen de sí mismos. un bebé requiere mucha atención durante casi todo el día y hay que dársela. Cuando se le da de comer o se le acuesta hay que hacerlo en exclusividad, sin estar cocinando o recogiendo a la vez. Los bebés perciben la falta de atención y a veces protestan. es más eficaz —y feliz— concentrarse en él mientras le bañamos, mimamos o acostamos.

Cuando el niño tenga estructurado el día a día mediante rutinas podremos iniciarle en el concepto de flexibilidad. no todos los días se necesita lo mismo. si está un poco malito u ocurrió algo excitante, como que por primera vez pudo sentarse y jugar un ratito sentado, se puede estirar un poco la hora de acostarse o cantarle más canciones de cuna. Lo que no hay que hacer es algo completamente distinto, como dejarle quedarse dormido en el salón.

A medida que van creciendo también las rutinas van cambiando hasta incorporar las horas de escuela infantil, los días de fiesta o el rato de televisión.

A comer

Durante el primer mes de vida, la vida del bebé se rige por la necesidad de alimentarse. Después de comer, se relaja y suele dormir. no hay que olvidar que esto de los ritmos —ahora me alimento, ahora no— es muy nuevo y que el recién nacido tiene la necesidad fisiológica de comer aproximadamente cada tres horas. Mientras estaba en la tripa de su madre la alimentación era constante, a través del flujo sanguíneo. La sensación de hambre y la actividad de comer son experiencias recién estrenadas. Y aunque algunos bebés espontáneamente hacen una pausa más prolongada durante la noche, muchos comen con la misma frecuencia que durante el día. Poco a poco el ritmo biológico del bebé se va acomodando a la noche y al día ayudado por las circunstancias del momento de alimentación. si es la noche, la luz será tenue, habrá silencio y nada de juegos, sólo la teta o el biberón y el abrazo para expulsar los gases.

Que el momento de la comida sea un momento especial, de afecto y buen pasar, es algo que permanece. dejaremos de hacer el avioncito o un bocado para mamá y otro para papá, pero la reunión familiar en torno a la mesa seguirá aunque sea mayor. a partir de los seis meses, cuando el bebé ya se sienta, es bueno que esté en la mesa con el resto de la familia. si todavía es muy dependiente, se le puede dar su comida antes y luego sentarle con nosotros disfrutando de una galletita. Lo importante es que, cuando él coma, sea un momento relajado en el que la atención de papá o mamá se dirija exclusivamente a él y a su necesidad.

Cuando son muy pequeños y sólo toman pecho o biberón, también hay que prestarles atención: mirarles, si es de día hablarles y pasearles por la habitación o acercarse a una ventana mientras expulsan el aire. todo vale para mostrarles el día y animarles a permanecer despiertos. si el ritual de la comida es muy diferente por el día que por la noche, ellos irán regulando la necesidad de comer hasta poder dormir toda la noche.

A dormir

Probablemente sea el ritual más importante, porque para dormir se necesitan ciertas condiciones y no es una necesidad que se manifiesta con la fuerza del hambre, por ejemplo. El bebé puede tener sueño y fastidiarse mucho por ello sin poder dormirse. Para ayudarle hay que estar tranquilos y dispuestos a pasar ese momento con él. Hay rituales clásicos, que se han mostrado eficaces durante generaciones y vale la pena considerar:

• La canción de cuna. La voz de la mamá o el papá y la melodía arrulladora casi siempre logran su cometido, el bebé se relaja y el sueño llega. algunos padres tienen un repertorio de tres o cuatro canciones que van variando y, como última canción, siempre cantan la misma. aseguran que los bebés la reconocen como la del adiós y se quedan dormidos.

• El baño. todo depende del efecto que produzca en el niño. a algunos les cansa y les relaja, como que los deja a punto para una comida y un sueño de toda la noche. a otros les excita y les despierta.

• El cuento. Como con las canciones, se puede contar más de uno y dejar para el final “el cuento del bostezo”. La imaginación de papá y mamá al poder: en un bosque muy silencioso (o en el barrio y se eligen personajes conocidos como la vecina de arriba, la de abajo, el chófer del autobús) sale la luna y los animales, uno a uno, empiezan a bostezar: bosteza la ardilla, el pato la ve, va a hacer “cuá cuá” pero le sale un gran bostezo, la vaca lo ve y en lugar de hacer “mu”, lanza un gran bostezo… y así hasta que los ojos del niño vayan cerrándose en un plácido sueño. Claro que la gracia está en que cada vez que un personaje bosteza, papá o mamá bostecen y también el niño si todavía está despierto.

• Adiós a todos. A muchos bebés les gusta que les lleven en brazos a recorrer la habitación o partes de la casa diciéndoles buenas noches a las personas, los juguetes y las cosas para luego terminar el paseo en su cunita.

• Mimitos. Ya en su cama, se le puede arropar bien y, si es el caso, darle su trapito o su peluche de dormir. También, un beso, una frase de amor y un masaje suave en la espalda.

• Siempre igual. Los niños son muy sensibles a los estímulos ambientales, olores, ruidos, temperatura. Por esto conviene que su lugar de descanso siempre sea el mismo. si de manera excepcional tienen que dormir en otro lado, procuraremos rodearles de calma y hacer lo mismo que haríamos en casa.

Al agua, pato. El baño es un momento de puro disfrute. Para esto, es necesario que no tengan hambre ni sueño. Hay que elegir bien el momento. si el papá no está en todo el día, se le puede reservar a él cuando vuelva a casa y que bañe siempre al bebé, sobre todo si toma pecho. algunos pequeños no quieren bañarse al principio; mantener la rutina puede ayudar a que se acostumbren.

Vamos de paseo. Es una actividad estupenda, padres e hijo respiran aire fresco y toman el sol. el bebé conoce mundo y los papás hacen ejercicio. Caminar activa la circulación de las piernas, algo especialmente bueno para las madres, tras la sobrecarga que supone el embarazo.

• En el cochecito. Hay que asegurarse de que el bebé tenga espacio suficiente, que vaya cómodo. si hace frío o llueve, le cubrimos con la funda permitiendo una ventilación adecuada. una sombrilla o la capota bastan para proteger del sol excesivo. Y a veces hará falta un mosquitero de gasa.

• En la mochila. Si el bebé sostiene la cabecita, el contacto cuerpo a cuerpo y oír los latidos de quien le lleva le resulta muy placentero. La mochila bien puesta, anudada a la cintura, es una buena forma de llevar peso sin daño para la espalda. además, permite tener las manos libres para dársela al hermanito, llevar una bolsa o rellenar un impreso en el banco. Y si hace frío o llueve, el niño va muy calentito dentro del abrigo de la mamá o el papá y bien protegido por el paraguas.

Los masajes.

Es una bellísima costumbre que nos llega desde india. deben ser masajes muy suaves, con toda la mano, no con la punta de los dedos, se trata de hacer caricias a lo largo de todo el cuerpo del bebé. Para ellos ser tocados y acariciados es muy placentero y relajante, además les ayuda a tener conciencia de las partes del cuerpo. Como tienen la piel tan delicada, es bueno darlos con un aceite o una crema hidratante que nos aconseje el pediatra. Muchos padres y especialistas aseguran que los masajes contribuyen al buen sueño del bebé y recomiendan darlos como parte del ritual del sueño.

Bebé tranquilo, Bebé feliz.

Bebé tranquilo, bebé feliz

Hablábamos en nuestro anterior artículo de los motivos que pueden llevar al llanto a nuestro pequeños. A pesar de que el hecho de llorar pueda parecer normal no significa que no debamos atender el llanto de nuestro bebé y tratar de calmarlo. Poco a poco, los padres aprenderán qué necesita su hijo y desarrollarán tácticas variadas, desde ponerle sobre su hombro y darle pequeñas palmaditas hasta salir a dar una vuelta en coche.

Veamos algunas recomendaciones para calmar y tranquilizar a los pequeños

 

Un baño calentito.

Cuando el niño parece no tener hambre ni sueño, ni está aparentemente enfermo ni con el pañal sucio, pero nada parece funcionar, podemos probar a darnos un baño caliente con él. Eso, sin duda, hará que ambos nos relajemos.

happy mother with baby

Un masajito.

Si el bebé está receptivo, podemos intentar darle un masaje; mejor si ya se lo damos habitualmente, porque así sabremos cómo le gusta y qué zonas prefiere. Cuando tiene dolores por cólicos, intentaremos aliviarle poniendo una mano caliente sobre su tripa hasta que se calme un poco. También podemos elevar sus piernas y flexionarlas sobre su abdomen para que expulse los gases, cuando se tranquilice, iniciaremos un masaje sobre el abdomen en el sentido de las agujas del reloj.

• Envolverle.

Podemos usar una sábana, una toalla o una mantita para envolver literalmente su cuerpo, del cuello a los pies, con los brazos pegados al tronco. El envoltorio debe ser firme, que no le comprima en exceso, pero que tampoco le deje suelto.

• El poder de la distracción.

Un gato que pasa, el ruido de la aspiradora, una voz que vibra al poner nuestra boca en una caja… En ocasiones funciona también dibujar una cara en blanco y negro o con colores vivos y ponérsela cerca. Le intriga tanto que puede que se olvide de su disgusto.

• Buenas vibraciones.

El movimiento es un recurso casi universal. Los padres lo utilizan instintivamente porque saben que a su hijo le encanta. Pueden mecerle, llevarle en su cochecito o darle una vuelta en el vehículo familiar atado en su sillita.

Otra opción es probar a ponerle en su hamaquita y balancearle.

hand the sleeping baby in the hand of mother

• La música relaja.

Ponerle música clásica (Mozart figura en el top ten de los bebés) o cantarle canciones puede tranquilizarle. También le gustará que le digamos cosas cariñosas, susurrándole suavemente.

• Salir de casa.

Los bebés tienen mucha marcha. Cambiar de sitio, dar una vueltecita por el parque, acudir a un café, a casa de un amigo o un familiar les agrada.

• Paciencia.

Los padres suelen estar tan nerviosos que no tienen paciencia para esperar que un remedio surta efecto, pero el bebé no tiene un botón de on/off, así que le llevará un tiempo calmarse.

• Que se ocupe otro.

A veces se crea un círculo vicioso: por ejemplo, el bebé llora, su madre se altera, él capta su estado de ánimo y llora más y más cada vez mientras ella se ataca de los nervios progresivamente. Para romper la escalada de tensión, puede estar bien dejarle un rato con otra persona. Podemos turnarnos con nuestra pareja para salir a dar una vuelta.

• Si todo falla.

En situaciones extremas, cuando todo falla, los padres pueden perder el control y estar a punto de gritar a su bebé. Si creemos que esto puede llegar a ocurrirnos, es mejor dejar al niño seguro en su cuna, irnos a otro cuarto, respirar profundamente, y tratar de relajarnos. A veces bastan 10 minutos para que el adulto se calme y recobre fuerzas para tranquilizar a su hijo.

• No hay que desesperarse.

Poco a poco aprenderemos a conocer a nuestro bebé. La fase del llanto pasa pronto. Enfrentarnos a ella estrecha los vínculos padres-hijo y nos prepara para afrontar los nuevos retos del crecimiento infantil. Antes de lo que imaginamos, nuestro hijo habrá adquirido las habilidades necesarias para contarnos qué le ocurre y nosotros sabremos interpretar sus sentimientos.

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¿Por qué lloran nuestros peques?

Baby crying

Que los bebés lloran es un hecho. Es algo normal. Pero eso no significa que debamos ignorar su llanto. Siempre que lloran es por algo, y hay que buscar la causa.

Durante el embarazo los padres reciben lecciones para cuidar de su bebé: aprenden cómo van a alimentarle, la manera de cambiar sus pañales, el manejo a la hora del baño e incluso formas de calmar el llanto de su hijo. Pero llega el momento en el que algo no funciona y cunde la desesperanza: “¿Qué estoy haciendo mal”. La verdad es que oír el llanto de un niño y no saber cómo acallarlo es una de las situaciones más estresantes a las que se enfrentan los padres.

Tenemos que tener en cuenta que el que un niño llore no significa que una madre o un padre sean incompetentes. La mayoría de las veces responde a un comportamiento universal: los niños lloran porque no saben expresar de otro modo que algo no es de su agrado. Así que nadie debe tomárselo como algo personal.

Si lloran es por algo

Freshly bathed baby

Un recién nacido apenas llora, pero en una semana aproximadamente llega a dedicar a esta actividad unas tres horas diarias; cumplidos los tres meses el tiempo empieza a reducirse a una hora al día. El problema es que cuando uno está estresado, cansado, falto de sueño, hasta un minuto de llanto puede parecer una tortura insoportable.

Los niños lloran para avisar de que algo ocurre y los papás tienen que descifrar de qué se trata. Es importante recordar que cuanto más tranquilos estemos al atenderlos más probable será que se calmen.

Cuando un bebé llora hay que recordar si ha comido lo suficiente, a sus horas más o menos establecidas y si después ha expulsado los gases. Debemos comprobar que tiene el pañal limpio. Verifiquemos que está bien físicamente: que respira sin dificultad, que tiene una temperatura normal, que sus labios y dedos de manos y pies presentan la coloración habitual. Miremos que no haya irritaciones en la piel o tumefacciones por algo que le oprime, le roza, le pica. Vigilemos que está cómodo, sin exceso de luz, ruido, calor, frío.

Motivos de llanto

little child is crying

Como vamos a ver, hay multitud de motivos por los que los pequeños pueden llorar. Vamos a verlos y a ver si nos suena alguno:

• ¡Tengo hambre!

A veces el bebé ha comido hace poco y sus padres piensan que no puede tener hambre, pero ¿por qué no? En las primeras semanas y hasta los seis meses puede que no tenga claro su ritmo de comidas. Puede que necesite más cantidad de lo que hasta ahora comía, ajustarse al mundo es una tarea difícil y ellos lo van haciendo poco a poco. Si en repetidas ocasiones acaba el biberón completo o si antes de la hora de la toma empieza con lloros, quizá ha llegado el momento de comer un poco más.

• ¡Tengo sueño!

Debemos saber que un bebé cansado, estresado, sobreestimulado no siempre concilia el sueño fácilmente, bien al contrario, muchas veces les cuesta dormir.

• Mi pañal está sucio.

Es una de las cosas que primero miran los padres. A veces el olor delata la situación, pero otras puede que el pequeño simplemente esté incómodo por un pliegue o porque, seguramente, no es agradable llevar ese paquete a todas horas.

• Tengo calor (o frío).

Hay que vestirles con las mismas ropas que nosotros. A menudo tendemos a abrigarles como si viviéramos en Alaska, y los niños, como nos pasa a nosotros, se ponen de muy mal humor cuando sudan y tienen calor.

• ¡No empecéis!

Los bebés no pueden entender cuando le decimos a nuestra pareja cosas como “¿De verdad se te ha olvidado comprar leche a pesar de que te he llamado al trabajo para recordártelo?”, “¿En serio que no puedes acordarte de bajar la tapa del váter cada vez que lo usas?”, pero sí captan el tonito, y eso puede alterarles. Los padres tienen que acostumbrarse a aparcar las tensiones y esperar a que los niños estén dormidos para discutir sus diferencias; no deben gritarse delante de sus hijos por pequeños que sean.

• Estoy nervioso.

Mucho movimiento, luz, ruidos, familia, un sitio abarrotado de gente, un centro comercial, incluso una excesiva estimulación con muchos juguetes, puede poner al niño fuera de sí.

• Necesito que me cojan en brazos.

El mundo puede ser percibido como un lugar enorme por un ser tan diminuto e indefenso como es un bebé. Los brazos de sus padres le ayuda a calmarse, a limitar su espacio, a sentirse protegido y querido. A partir de los seis meses, descubre que es una persona independiente de su madre y puede sentirse solo y llorar cada vez que ella sale de la habitación. Está bien volver de vez en cuando, darle unos besos, un masajito, hablarle, ofrecerle un juguete…, pero la mejor solución es ponerle cerca mientras nos dedicamos a nuestras obligaciones y contarle qué estamos haciendo. Hacia los 12 meses se volverá más independiente.

• La etiqueta de mi pijama me está matando.

¿Quién no ha vivido esa incómoda situación? El bebé no puede buscar las tijeras y quitarse de encima una etiqueta que pincha, raspa, se clava… Revisemos que no le esté pasando algo así, que no le apriete un patuco, una goma del pantalón, el cinturón de su sillita del coche, el pañal o que no tenga un pelo enroscado en una muñeca o un dedito.

• Esta sillita es incómoda.

No le mantengamos mucho tiempo en el mismo lugar: todo el mundo necesita cambiar a menudo de asiento y de postura.

• ¡Qué vida tan aburrida!

Dejar al bebé muchas horas en el mismo rincón, tumbado en su cuna o sentado en la hamaquita, viendo lo mismo puede ser un verdadero rollo. Los niños tienen espíritu aventurero y cambiar de aires les viene bien. Un paseo por el parque, nuevos elementos decorativos, … evita el aburrimiento. A los bebés les gusta que hablemos mucho con ellos.

• Me duele la tripa.

Es el punto más delicado, puede deberse a gases, estreñimiento, alergia a la leche (si se alimenta de forma artificial), reflujo… Hay que consultar con su pediatra, ver si conviene cambiar la tetina del biberón, modificar sus hábitos o darle alguna medicación.

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