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Adiós al chupete

El niño quiere su chupete como a una parte de sí mismo y no tiene mucha práctica en esto de crecer y dejar cosas. Pero así como dejó los pañales y cambió la cunita por una cama, dejará el chupete. A los tres años, con el inicio del cole, está en un momento excelente para decir adiós a su chupete. Y según un estudio realizado por Jane Soxman, de la Junta Americana de Odontología Pediátrica, el chupete no produce malformaciones dentales si se abandona antes de los tres años.

¿Cuándo está preparado?

Desde el punto de vista orgánico, cuando desaparece el reflejo de succión, alrededor del primer año del bebé. El chupetear, que es una actividad imprescindible para el desarrollo psíquico en los primeros tiempos, poco a poco cede en su función hasta desaparecer. Pero ya el chupete se ha convertido en un objeto afectivo para el niño. Entonces hay que ayudarle para que pueda romper ese vínculo. Hay pequeños que lo dejan rápidamente sin ningún conflicto, pero son los menos; para la mayoría es todo un avance de madurez. No todos los niños usan igual el chupete y dependiendo de la relación que tengan mostrarán más o menos resistena dejarlo. Observemos si nuestro hijo está o no muy aferrado al chupete:

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Cómo superar el miedo nocturno

Woman with young girl in bed smiling
Por regla general, el miedo es irracional. Los niños creen que lo que temen es real, por lo que decirles que no es así resulta inútil. El comportamiento paterno que más ayuda al niño es:
Entenderle y ponerse en su lugar.
Tranquilizarle. Darle confianza con nuestro afecto y protección y mostrarle que no pasa nada: “Vamos juntos a tu cuar- to y comprobamos que debajo de la cama no hay ningún monstruo, porque los monstruos no existen”.
Hagamos nosotros primero la acción que teme el niño y pidámosle que la repita; por ejemplo. “Mira cómo voy yo solo a la habitación y enciendo la luz”. Convertirnos en modelo le enseña que no pasa nada malo cuando se hace lo temido.
• Los modelos más válidos son sus compañeros cuando hacen lo que a él le da miedo, por eso conviene procurarle experiencias de este tipo: si le asusta ir el primero a su cuarto, que vea que su amiguito va delante y no le ocurre nada.
Tener paciencia. Cada niño necesita su tiempo para enfrentarse a las situaciones que teme. No le presionemos; si hoy no lo consigue, que lo intente de nuevo mañana.
• Los padres no deben mostrar excesiva preocupación ni dar demasiada importancia al asunto. De lo contrario corren el riesgo de que el niño utilice su miedo como excusa para zafarse de situaciones que no le gustan: “Ya sabes que no puedo traer mi pijama porque me da miedo ir al cuarto solo, así que ve tú”.
• Hay que intentar controlar las experiencias desagradables que podrían afianzar su miedo; por ejemplo, debemos asegurarnos de que su hermano mayor no le dé un susto de muerte mientras intenta llegar a su cuarto a oscuras y encender la luz.
• Tenemos que reforzar cualquier esfuerzo que haga por vencer su miedo y decirle cosas como: “¡Qué valiente has sido”, “¡Lo has conseguido tú solito!”.
No le transmitamos nuestros temores. Aunque no queramos, en ocasiones, se nos nota lo que nos asusta. Debemos controlar nuestro comportamiento ante las situaciones y objetos que nos provocan miedo.
¿Cómo le ayudas a superar sus miedos? ¡Participa en nuestro FORO!

Miedo a la oscuridad

Scared Children Looking at Night Shadows

El miedo es un mecanismo de defensa que nos pone en situación de alarma frente a algo desconocido o peligroso. Aparece a lo largo de toda la vida, pero es más frecuente en la infancia porque para los niños todo es nuevo. Muchas veces el temor protege al niño de peligros reales, pero otras no existe ningún riesgo y, sin embargo, tiene la misma reacción. Esto le hace pasarlo mal. Por suerte, podemos estar preparados para ayudarle.

Los miedos que podemos esperar en la infancia se denominan miedos evolutivos: surgen a una determinada edad y se pasan a medida que el niño va madurando. Pero existe un pequeño porcentaje de casos en los que un temor se vuelve tan desproporcionado que llega a afectar a la vida normal del pequeño.

El temor a la oscuridad suele aparecer hacia los tres años y remitir hacia los siete. Muchas veces son los hermanos mayores o los adultos quienes, sin querer, atemorizan al niño. Así puede que el pequeño empiece a temer cosas que antes hacía sin ningún problema, como ir solo a su habitación o al baño. Esto puede agravarse porque, hasta los seis años aproximadamente, los niños no distinguen entre realidad y fantasía, e imaginan situaciones terribles con seres fabulosos como si pudieran ocurrir de verdad.

Las personas que rodean al niño pueden evitar que un temor evolutivo normal vaya a más y ayudar al pequeño a vencer el miedo. Así le brindan la oportunidad de aprender formas de respuesta ante lo desconocido y aumentar la confianza en sí mismo para hacer frente a nuevos temores en el futuro.

Cosas que los adultos deben evitar

Bad Dreams

Apartarle de lo que teme.

Hay padres que para que su hijo no lo pase mal le evitan las situaciones que le dan miedo; por ejemplo, le acompañan siempre de la mano si está oscuro o van antes a encenderle la luz de su cuarto. Eso conduce al pequeño a pensar que realmente existe un peligro. Quizá haya que acompañarle una vez a la habitación, luego sólo hasta la puerta, luego hasta el pasillo y así progresivamente, dejando que el niño se enfrente cada vez más a lo temido.

• Enfadarse con él.

Algunos adultos se molestan con el niño por su miedos a cosas inofensivas: “Eres un pelma, ¿no ves que no pasa nada?”. Con esto lo único que consiguen es que muestre más temor. Lo recomendable es mantener siempre un diálogo de confianza para que pueda expresar sus miedos y ayudarle a darse cuenta de que son infundados. “¿Qué es lo que te da miedo? Ya hemos comprobado que no hay nadie, yo estoy aquí en el salón, muy cerca de ti, y ya sabes que los monstruos sólo existen en los dibujos y las películas. Lo único que puede pasar en un sitio oscuro es que te tropieces con un mueble, pero tú conoces bien la casa…”.

Ridiculizarle.

Humillarle, llamarle miedica, reírse de él o permitir que sus hermanos u otras personas se burlen de su miedo no le ayuda a superarlo; sólo le conducirá a sentirse peor.

• Meterle más miedo.

Hay quien asusta a los niños para conseguir que obedezcan: “Si te alejas de aquí, vendrá el hombre del saco y te llevará”. Este tipo de amenazas puede que funcionen al principio, pero a la larga crean niños miedosos, que pueden llegar a tener serios problemas. En ningún caso conviene utilizar el miedo como método educativo.

• Obligarle a la fuerza a que se enfrente a lo que teme.

Conducir al niño a la fuerza para que afronte lo que le provoca miedo suele provocar más miedo.

¿Cuándo debemos acudir a un experto?

Cuando una situación produce tal ansiedad en el pequeño que no es capaz de hacer las cosas habituales, o es blanco de bromas y motes por parte de sus iguales, es necesaria la intervención de un experto.

Comenta en nuestro FORO ¿Cuáles son los temores de tu hijo?