Enseñarle a organizarse

“No encuentro el estuche”, “He perdido la regla”, “Me he dejado el libro en clase”, “¿Dónde está la flauta?”, “Hoy tenía que haber entregado una redacción y me olvidé”… Los padres con hijos en edad escolar han escuchado más de una vez frases como éstas. Y los profesores podrían escribir un libro sobre los descuidos y despistes de sus alumnos. Aunque sea un mal común, no debe ser ignorado. El desorden y la falta de organización no son buenos compañeros del estudiante; al contrario, pueden afectar negativamente a su rendimiento escolar. Para evitarlo, los padres podemos ofrecer a nuestros hijos pautas y herramientas útiles encaminadas a crear un buen hábito de estudio. El primer paso es enseñarles a mantener un orden en sus cosas y en su entorno; eso les ayudará a organizar mejor las tareas y a realizarlas con más eficacia.

Ventajas de ser ordenados

El orden es importante porque:

Ahorra tiempo: si el niño tiene que emplear un buen rato en buscar lo que le falta, en reponer el material perdido o en llamar por teléfono a un amigo para que le dicte los ejercicios del libro que no encuentra, tardará mucho más en realizar su tarea. Y se cansará antes.

Evita errores: es fácil equivocarse cuando no se anotan los deberes o no se sabe qué asignaturas hay al día siguiente. En estos casos es más probable que el niño olvide hacer alguna tarea, se confunda de ejercicios, se deje en casa algún libro o no lleve a clase el material que le han pedido.

Fomenta el aprendizaje: cuesta menos concentrarse en un entorno ordenado y limpio. Por el contrario, un espacio desordenado y caótico invita al niño a perder el tiempo, a pensar en otras cosas, a jugar…

Ayuda a convertirse en un buen estudiante: si desde pequeños se acostumbran a ordenar y cuidar el material escolar, a recoger la mesa de estudio después de hacer la tarea, a preparar la mochila para el día siguiente, a anotar las actividades pendientes en una agenda, etc., se enfrentarán mejor a los retos académicos cuando tengan más deberes y más materias, y aumentarán sus posibilidades de éxito en la vida académica.

El material

Aunque no podemos elegir qué libros adquirir, generalmente sí podemos decidir otros aspectos importantes, como el tipo de mochila, el tamaño del estuche o cómo etiquetar el material.

• Debemos comprobar si la mochila es lo suficientemente grande como para transportar a diario libros y cuadernos, sin que el niño tenga que llevar nada en la mano (lo que no cabe en la mochila se extravía fácilmente). Conviene que tenga compartimentos, pero no demasiados, y que sea fácil de abrir y cerrar, para que el niño no pierda tiempo en meter y sacar las cosas.

• El estuche también ha de ser lo bastante amplio para contener los útiles necesarios. Sin exagerar: si es muy voluminoso, ocupará mucho espacio en la mesa de trabajo y el niño tenderá a llenarlo con cosas innecesarias. Los pequeños se manejan mejor con estuches desplegables, que tienen un espacio para cada cosa: lápices, goma, sacapuntas, etc. Así encuentran antes lo que buscan y se acostumbran a colocarlo en su sitio al terminar.

• Conviene permitir que el niño participe en la elección del material escolar. Es una forma de implicarle en su mantenimiento. Si le dejamos elegir, lo valorará más y lo cuidará mejor.

• Igual que ponemos nombre a su abrigo y etiquetamos sus libros y cuadernos, ¿por qué no marcar también la regla, el estuche, la barra de pegamento o las tijeras? Esto es especialmente útil cuando todos los niños de la clase han comprado el material de la misma marca. Para identificarlos basta poner etiquetas adhesivas de tamaño mini (se pueden recortar) o tiras de esparadrapo blanco con el nombre de nuestro hijo o sus iniciales.

• Si necesita varios cuadernos, es mejor comprarlos de colores diferentes, uno para cada materia, con el fin de ayudarle a distinguirlos. Así evitaremos que traiga a casa el cuaderno de conocimiento cuando lo que tiene que estudiar es lengua.

• Es bueno pedir consejo a los profesores y respetar sus indicaciones de cómo debe ser el material y cómo hemos de etiquetarlo. Ellos pueden darnos claves y trucos extras para ayudar al niño a tener menos despistes.

La zona de estudio

Nuestro hijo debe disponer de un lugar adecuado para realizar sus tareas y espacio suficiente donde colocar lo que necesita para estudiar.

• La mesa debe ser amplia y estar muy despejada.

Encima hay que poner lo imprescindible: libro, cuaderno, lápiz, goma, bolígrafo, sacapuntas. Si está llena de cosas, es fácil que el niño se distraiga, que traspapele algún folio o que tarde en encontrar lo que busca. Por eso es mejor retirar todos los elementos innecesarios: muñequitos, juguetes, etc.

• Tampoco conviene que el niño vacíe y extienda el contenido de su mochila sobre la mesa. Es mejor que se acostumbre a ir sacando (y guardando) el material a medida que lo vaya necesitando.

• Junto a la mesa de estudio, en un estante, hay que colocar el material que el pequeño necesita tener a mano para hacer los deberes: diccionarios, enciclopedia, atlas, lápices y bolígrafos de repuesto, hojas en blanco, etc.

• Conviene habilitar un rincón exclusivo para dejar los libros, cuadernos y otros enseres que el niño no necesita llevar a clase a diario (como la flauta, el compás o el libro de plástica). Eso simplificará la tarea de preparar la mochila cada tarde. Es aconsejable no mezclar el material del cole con los cuentos y juguetes que tiene en casa, para evitar olvidos y confusiones.

• Es preferible que el niño se siente frente a una pared desnuda, sin fotos, láminas o dibujos que le distraigan.

• A la vista debe tener el horario semanal de las clases y un calendario con espacio suficiente para anotar las tareas o actividades escolares que deberá realizar en los próximos días o semanas: controles, entrega de trabajos, excursiones escolares, etc. Puede hacer las anotaciones con colores diferentes, para visualizarlo mejor.

• También puede serle útil un corcho donde colocar notas y avisos del colegio, o una pizarra blanca para organizar a diario las tareas y escribir recordatorios.

• Lo ideal es que estudie siempre en el mismo lugar. Si esto no es posible, sería bueno preparar una caja o un pequeño contenedor con ruedas que permita meter y trasladar con facilidad todo el material (y allí habrá que volver a dejarlo al terminar). Así evitaremos que sus cosas se dispersen o se pierdan por el camino.

Pautas a seguir

Una vez revisado el material y acondicionado el mejor espacio de estudio, queda poner en práctica algunas normas:

• Al terminar de estudiar, el niño debe recoger la mesa y devolver a su sitio todo el material utilizado.

• Después, debe preparar la mochila. Para ello consultará el horario y echará un vistazo a la agenda. Es importante que lo haga en ese momento y no lo deje para última hora de la tarde ni mucho menos para el día siguiente, antes de ir al colegio.

• No hay que olvidarse de comprobar si tiene alguna actividad que requiere llevar un equipo o atuendo especial. Al igual que la mochila, la bolsa de gimnasia, de natación o de yudo deben quedar preparadas la noche anterior.

• Cuando el niño es pequeño o estamos empezando a enseñarle a ser más organizado, podemos hacer los preparativos con él: “Vamos a ver qué asignaturas tienes mañana. Revisa la mochila y fíjate si llevas todo lo necesario”.

• El objetivo es que adquiera cada vez más autonomía y responsabilidad, y consiga realizar estas tareas él solo. Los padres podemos supervisarlas, pero nunca hacerlas por él (aunque cometa errores y tarde más que nosotros).

• Tampoco debemos salir corriendo detrás de la ruta ni escaparnos del trabajo para llevarles al colegio algo que olvidaron en casa.

• Es importante que estas actividades formen parte de las rutinas diarias: merendar, hacer los deberes, recoger, preparar la mochila, sacar el pijama, etcétera. Si se instaura correctamente el hábito, es más probable que el niño no olvide hacerlo ningún día.

• De vez en cuando, por ejemplo el fin de semana, podemos revisar juntos el contenido de la mochila y del estuche para comprobar si nuestro hijo ha perdido algo, si hay que reponer alguna cosa, etc.

• Demostremos al niño cuánto nos alegra que esté aprendiendo a ser más ordenado. Cada vez

que prepare solo su mochila, que se acuerde de traer todos los libros que necesita para hacer los deberes o que recoja su mesa al terminar la tarea, debemos felicitarle por ello.

• Si nuestro hijo es muy despistado, será conveniente hablar con su tutor y coordinarse con él para establecer juntos las pautas de actuación.

• Hay que ser pacientes. Inculcarles orden y organización puede llevar tiempo y esfuerzo, pero tiene su recompensa: ser una persona organizada no sólo sirve para ser mejor estudiante, sino que es de enorme utilidad en todas las facetas de la vida adulta.

• Como en tantos otros aspectos de la educación, los padres tenemos que predicar con el ejemplo: los niños aprenden a ser ordenados fundamentalmente por imitación de lo que ven en casa. Si viven rodeados de caos y desorden, les costará mucho aprender a organizarse.

¿Cómo consigues que tu hijo organice su material escolar? Compártelo en nuestro FORO!

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