Nuestro hijo va a utilizar unos 6.000 pañales antes de aprender a controlar esfínteres. Pretender forzar su ritmo es perder el tiempo. Cuando esté preparado para usar el orinal él nos lo hará saber, y nosotros tendremos que interpretar sus señales.
El control de esfínteres implica maduración. Intentarlo antes del año es una batalla inútil, que frustra a los padres y perjudica al pequeño porque aún carece de las capacidades neurológicas, fisiológicas y de comportamiento necesarias. No hay prisa. Meses antes o después, nuestro hijo aprenderá, como todos.
Cómo ayudarle sin meterle prisa
No tenemos que presionarle, pero sí preparar el terreno para que el control de esfínteres le resulte más sencillo. Esto es lo que podemos hacer:
• Enseñarle las partes del cuerpo y hacer hincapié en las que tienen que ver con la caca y el pis, que sepa por dónde salen las heces y la orina. A la hora del baño, podemos pedirle que diga el nombre de cada parte de su cuerpo.
• Permitirle que nos acompañe al váter (mejor al progenitor de su mismo sexo).
• Decirle palabras relacionadas: “váter”, “pipí”… Da igual cómo llamemos a las cosas.
• Ayudarle a que entienda órdenes sencillas: tenemos que hablar mucho con él y enseñarle los nombres de los objetos cotidianos.
• Alrededor del año, algunos niños suelen indicar de algún modo que tienen ganas de hacer caca. Alabemos que nos lo digan; reforzar su actitud les ayuda a diferenciar entre seco y mojado, limpio y sucio…
• Dejarle notar lo incómodo del pañal mojado y decírselo para que aprenda a identificar limpio como agradable y sucio con desagradable.
Explicarle qué son las heces y la orina y todo lo relacionado con el tema, mediante un lenguaje adaptado a su edad. “La caca es lo que el cuerpo echa porque no sirve para nada. Huele fatal, pero es bueno hacer caca todos los días, porque si no, nos pondríamos malos”.
• Proponerle que practique sentándose en el orinal o en el inodoro unos minutos. Debemos encargarnos de que asocie la eliminación con actividades placenteras; por ejemplo, podemos leerle un cuento. No esperemos resultados en un principio; esto sólo sirve para que se familiarice con la taza y compruebe que no se cae dentro y así evitar miedos posteriores.
Señales de que ya es el momento
Cuando los siguientes puntos se cumplan, podremos empezar a enseñarle a utilizar el orinal o el váter. Antes sólo cabe poner en práctica el apartado anterior y respetar su ritmo.
• Le desagrada estar mojado y nos avisa de algún modo para que le cambiemos el pañal.
• Le molestan los pañales, incluso a veces se los quita él mismo.
• Interrumpe lo que está haciendo y se para o se retira mientras hace pis o caca en su pañal.
• Imita o quiere copiar comportamientos que nos ve hacer, como peinarnos o lavarnos.
• Sabe bajarse el pantalón y la ropa interior.
• Protesta porque quiere hacer cosas solo.
• Es capaz de permanecer sentado y atento durante unos minutos mientras juega, le leemos un cuento, cantamos, conversamos…
• Puede ir al baño, sentarse sin perder el equilibrio en el orinal y levantarse sin ayuda.
• A veces es capaz de avisarnos de que está sucio: “Caca”.
• Permanece varias horas seco.
• La deposición se reduce a una o dos al día.
La actitud de los padres
En ocasiones, el pequeño está preparado pero los padres no. La educación del control de esfínteres puede ser estresante, a menudo con retrocesos, y deben afrontarlo con serenidad, porque el éxito depende de su actitud.
• Ante un escape nuestra reacción debe ser lo más neutra posible, sin enfadarnos. Podemos decir: “Coge ropa limpia y cámbiate”.
• Reforcemos cualquier logro o avance con elogios, besos, premios.
• Asegurémonos de que no tiene miedo. No podemos pretender que se mantenga sentado en un sitio por el que piensa que se va a colar.
• No le regañemos, no hagamos reproches ni le comparemos con otros niños; esto es contra- producente para cualquier aprendizaje.
Y, sobre todo, tengamos paciencia. Esto no se consigue de la noche a la mañana, es un proceso que va poco a poco, como aprender a hablar. Nuestro hijo lo logrará, seguro. Démosle tiempo.