La importancia de las rutinas

Todo aquello que se pueda repetir en la vida del bebé, como acostarle en su cunita y no en otro sitio o llevarle de paseo o darle un masaje, le permite disfrutar más el momento porque sabe de qué se trata. Las rutinas dan seguridad al bebé, que pronto es capaz de anticipar qué es lo que “toca” ahora.

Tan importante como organizar un día a día estricto en el que a las 10 de la mañana hay que bañarle, a las 11 darle de comer y a las 12.30 llevarle de paseo, es que cada actividad tenga cierto ritual, respetar una forma de hacer las cosas para poder repetirlas. una vez que el niño conoce y cumple las rutinas, no importa tanto si un día le llevamos de paseo por la mañana y al otro día lo hacemos por la tarde.

Es fundamental la repetición de los mismos gestos a la hora del aseo, de dormir, de vestirle… eso logrará que, más adelante, el niño adquiera los hábitos de conducta que queremos transmitirle.

El día a día

Cada día tiene que tener de todo: comida, juegos, baño, sueño, paseo, masajes. al principio todo se organiza alrededor de la comida, ya que prácticamente sólo se despiertan para comer. a medida que van pasando más tiempo despiertos, incorporan otras actividades. Hay bebés que enseguida consiguen cierto ritmo, por la mañana pasan un par de horas despiertos y se puede aprovechar para bañarlos o pasear y se va creando el hábito. Otros no muestran regularidad, a veces tienen energía por la mañana y otras por las tardes. Poco a poco, respetando sus ganas, iremos introduciendo hábitos. Para conseguirlo, lo mejor son los rituales porque así la actividad se convierte, también, en un juego. Con ellos se puede jugar a todo, se divierten tanto con el baño como con la comida. Jugando les encantará hacer lo que tengan que hacer.

La rutina E.A.S.Y.

Easy significa fácil, en inglés. se forma con Eat, comer, Activity, actividad, Sleep, dormir y You, tú o usted. Porque en la rutina diaria también debe estar incluido ese rato para que la mamá o el papá se ocupen de sí mismos. un bebé requiere mucha atención durante casi todo el día y hay que dársela. Cuando se le da de comer o se le acuesta hay que hacerlo en exclusividad, sin estar cocinando o recogiendo a la vez. Los bebés perciben la falta de atención y a veces protestan. es más eficaz —y feliz— concentrarse en él mientras le bañamos, mimamos o acostamos.

Cuando el niño tenga estructurado el día a día mediante rutinas podremos iniciarle en el concepto de flexibilidad. no todos los días se necesita lo mismo. si está un poco malito u ocurrió algo excitante, como que por primera vez pudo sentarse y jugar un ratito sentado, se puede estirar un poco la hora de acostarse o cantarle más canciones de cuna. Lo que no hay que hacer es algo completamente distinto, como dejarle quedarse dormido en el salón.

A medida que van creciendo también las rutinas van cambiando hasta incorporar las horas de escuela infantil, los días de fiesta o el rato de televisión.

A comer

Durante el primer mes de vida, la vida del bebé se rige por la necesidad de alimentarse. Después de comer, se relaja y suele dormir. no hay que olvidar que esto de los ritmos —ahora me alimento, ahora no— es muy nuevo y que el recién nacido tiene la necesidad fisiológica de comer aproximadamente cada tres horas. Mientras estaba en la tripa de su madre la alimentación era constante, a través del flujo sanguíneo. La sensación de hambre y la actividad de comer son experiencias recién estrenadas. Y aunque algunos bebés espontáneamente hacen una pausa más prolongada durante la noche, muchos comen con la misma frecuencia que durante el día. Poco a poco el ritmo biológico del bebé se va acomodando a la noche y al día ayudado por las circunstancias del momento de alimentación. si es la noche, la luz será tenue, habrá silencio y nada de juegos, sólo la teta o el biberón y el abrazo para expulsar los gases.

Que el momento de la comida sea un momento especial, de afecto y buen pasar, es algo que permanece. dejaremos de hacer el avioncito o un bocado para mamá y otro para papá, pero la reunión familiar en torno a la mesa seguirá aunque sea mayor. a partir de los seis meses, cuando el bebé ya se sienta, es bueno que esté en la mesa con el resto de la familia. si todavía es muy dependiente, se le puede dar su comida antes y luego sentarle con nosotros disfrutando de una galletita. Lo importante es que, cuando él coma, sea un momento relajado en el que la atención de papá o mamá se dirija exclusivamente a él y a su necesidad.

Cuando son muy pequeños y sólo toman pecho o biberón, también hay que prestarles atención: mirarles, si es de día hablarles y pasearles por la habitación o acercarse a una ventana mientras expulsan el aire. todo vale para mostrarles el día y animarles a permanecer despiertos. si el ritual de la comida es muy diferente por el día que por la noche, ellos irán regulando la necesidad de comer hasta poder dormir toda la noche.

A dormir

Probablemente sea el ritual más importante, porque para dormir se necesitan ciertas condiciones y no es una necesidad que se manifiesta con la fuerza del hambre, por ejemplo. El bebé puede tener sueño y fastidiarse mucho por ello sin poder dormirse. Para ayudarle hay que estar tranquilos y dispuestos a pasar ese momento con él. Hay rituales clásicos, que se han mostrado eficaces durante generaciones y vale la pena considerar:

• La canción de cuna. La voz de la mamá o el papá y la melodía arrulladora casi siempre logran su cometido, el bebé se relaja y el sueño llega. algunos padres tienen un repertorio de tres o cuatro canciones que van variando y, como última canción, siempre cantan la misma. aseguran que los bebés la reconocen como la del adiós y se quedan dormidos.

• El baño. todo depende del efecto que produzca en el niño. a algunos les cansa y les relaja, como que los deja a punto para una comida y un sueño de toda la noche. a otros les excita y les despierta.

• El cuento. Como con las canciones, se puede contar más de uno y dejar para el final “el cuento del bostezo”. La imaginación de papá y mamá al poder: en un bosque muy silencioso (o en el barrio y se eligen personajes conocidos como la vecina de arriba, la de abajo, el chófer del autobús) sale la luna y los animales, uno a uno, empiezan a bostezar: bosteza la ardilla, el pato la ve, va a hacer “cuá cuá” pero le sale un gran bostezo, la vaca lo ve y en lugar de hacer “mu”, lanza un gran bostezo… y así hasta que los ojos del niño vayan cerrándose en un plácido sueño. Claro que la gracia está en que cada vez que un personaje bosteza, papá o mamá bostecen y también el niño si todavía está despierto.

• Adiós a todos. A muchos bebés les gusta que les lleven en brazos a recorrer la habitación o partes de la casa diciéndoles buenas noches a las personas, los juguetes y las cosas para luego terminar el paseo en su cunita.

• Mimitos. Ya en su cama, se le puede arropar bien y, si es el caso, darle su trapito o su peluche de dormir. También, un beso, una frase de amor y un masaje suave en la espalda.

• Siempre igual. Los niños son muy sensibles a los estímulos ambientales, olores, ruidos, temperatura. Por esto conviene que su lugar de descanso siempre sea el mismo. si de manera excepcional tienen que dormir en otro lado, procuraremos rodearles de calma y hacer lo mismo que haríamos en casa.

Al agua, pato. El baño es un momento de puro disfrute. Para esto, es necesario que no tengan hambre ni sueño. Hay que elegir bien el momento. si el papá no está en todo el día, se le puede reservar a él cuando vuelva a casa y que bañe siempre al bebé, sobre todo si toma pecho. algunos pequeños no quieren bañarse al principio; mantener la rutina puede ayudar a que se acostumbren.

Vamos de paseo. Es una actividad estupenda, padres e hijo respiran aire fresco y toman el sol. el bebé conoce mundo y los papás hacen ejercicio. Caminar activa la circulación de las piernas, algo especialmente bueno para las madres, tras la sobrecarga que supone el embarazo.

• En el cochecito. Hay que asegurarse de que el bebé tenga espacio suficiente, que vaya cómodo. si hace frío o llueve, le cubrimos con la funda permitiendo una ventilación adecuada. una sombrilla o la capota bastan para proteger del sol excesivo. Y a veces hará falta un mosquitero de gasa.

• En la mochila. Si el bebé sostiene la cabecita, el contacto cuerpo a cuerpo y oír los latidos de quien le lleva le resulta muy placentero. La mochila bien puesta, anudada a la cintura, es una buena forma de llevar peso sin daño para la espalda. además, permite tener las manos libres para dársela al hermanito, llevar una bolsa o rellenar un impreso en el banco. Y si hace frío o llueve, el niño va muy calentito dentro del abrigo de la mamá o el papá y bien protegido por el paraguas.

Los masajes.

Es una bellísima costumbre que nos llega desde india. deben ser masajes muy suaves, con toda la mano, no con la punta de los dedos, se trata de hacer caricias a lo largo de todo el cuerpo del bebé. Para ellos ser tocados y acariciados es muy placentero y relajante, además les ayuda a tener conciencia de las partes del cuerpo. Como tienen la piel tan delicada, es bueno darlos con un aceite o una crema hidratante que nos aconseje el pediatra. Muchos padres y especialistas aseguran que los masajes contribuyen al buen sueño del bebé y recomiendan darlos como parte del ritual del sueño.

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