Una mascota en casa

Los cuentos, los peluches, los juguetes, las series de televisión, la ropa, las películas infantiles… están plagadas de la más diversa fauna porque, como todo el mundo sabe, a los niños les fascinan los animales. Traer una mascota al hogar es aumentar la familia, con todo lo que eso implica: más diversión, más afecto y también más responsabilidades.

¿Para qué sirve un animal?

Desde luego no es equiparable un perro con un pez, pero, en general, las mascotas aportan enormes ventajas a los niños.

• Permite expresar el afecto. Acariciar a un gato o un conejito es agradable para un niño, es como el peluche o la sabanita que le daba seguridad años atrás. Según escribió el sociólogo Marvin Harris, “Mientras las personas acarician a sus mascotas disminuye su ritmo cardiaco y la presión arterial (…). La mera contemplación de un pez en un acuario casero rebaja la presión arterial”. Es relajante y, de hecho, las mas- cotas se utilizan en terapias para ayudar a niños con graves trastornos.

• Da popularidad. ¿Creíamos que los niños se morían por presumir de su último videojuego? Pues no, según las encuestas, lo que de verdad les permite ganar puntos ante sus amigos es tener un animal. Les gusta hablar de él, porque saben que es un tema que interesa a sus iguales; o sea, que además se socializan.

• Aumenta el sentido de la responsabilidad. Es una utopía esperar que un niño se ocupe de su mascota; sin embargo, a esta edad ya debe colaborar en su cuidado. No podemos esperar que saque de paseo al perro, pero sí que compruebe si el recipiente de su agua está lleno. Hay que ir dándole responsabilidades conforme aumente su capacidad de desarrollo, pero aún necesita nuestra supervisión y, a menudo, que se lo recordemos cada día.

• Inculca respeto. Un animal no es un muñeco.

Hacia los cinco años los niños empiezan a desarrollar la empatía, es decir, ya son capaces de ponerse en el lugar del otro e imaginar cómo se siente. Pronto aprenden que a su mascota no le gusta ser molestada a todas horas.

• Desarrolla la habilidad motora. Llenar la botella de agua del pájaro o echar pienso en la cajita del hámster requiere destreza. Los niños ejercitan así sus capacidades.

• Ayuda a aprender. Muchos críos leen cuentos a su perro o le preguntan la lección que están estudiando. Esto les permite practicar en voz alta, ensayar, memorizar y fijar su atención ante alguien que no va a juzgarles ni corregirles.

• Proporciona consuelo. Cuando los pequeños se sienten tristes, asustados, enfadados o tienen un secreto, su mascota suele ser la primera en enterarse. Un animal es un compañero muy especial que siempre está disponible, ayuda al niño a disminuir su ansiedad y a sentirse apoyado incondicionalmente.

Enseña a cuidar de otros. El deseo de ocuparse de los demás no aparece de repente en la edad adulta, se aprende desde pequeños. Practicar con los muñecos es fabuloso, pero algunos niños creen que eso es un juego de niñas. Con los animales ese sentimiento sexista no aparece, niños y niñas perciben por igual que sus mas- cotas son seres vivos que dependen de ellos y necesitan de sus cuidados.

• Ofrece diversión. Un animal proporciona horas de juego, observación, risas y comentarios.

• Fortalece el sistema inmunitario. Algunos estudios señalan que los niños que conviven con animales desarrollan menos alergias, asma y enfermedades porque su sistema inmunitario se fortalece. Por supuesto que esto no siempre es así, y conviene estar muy atentos para detectar pronto si nuestro hijo tiene problemas por culpa de la mascota.

• Instruye sobre la vida. Los animales tienen también una función educativa porque familia- rizan a los niños con aspectos naturales, como el nacimiento, el coito, la agresividad, la muerte…

Fortalece los lazos familiares. Son como de la familia, hacemos actividades juntos, compartimos su cuidado, nos preocupamos ante su enfermedad, reñimos sus travesuras… Puede que dos hermanos se peleen, pero les une el cariño por su mascota.

También podemos decir que no

Pese a todo lo anterior, no estamos obligados a tener una mascota. Digamos que no a nuestros hijos si tenemos poco espacio en casa, si llegamos muy justos a fin de mes, si no contamos con un minuto libre, si sabemos de antemano que no podremos tratar a un ser vivo como se merece o si, simplemente, los animales nos gustan tan poco como a Cruela de Vil. En caso contrario, miremos a ver cuál nos conviene.

COSAS QUE PUEDEN HACER LOS NIÑOS DE 7 A 9 AÑOS POR SU MASCOTA

• Alimentarla

• Asegurarse de que tenga agua

• Acariciar, rascar y cepillar a perros, gatos…

• Recoger los juguetes del perro, el gato…

• Dar premios por obedecer

• Jugar a lanzar objetos para que el perro los traiga

• Jugar con los jerbos, conejos o hámsters fuera de la jaula

• Dar órdenes sencillas

• Ayudar en el baño de la mascota y en la limpieza de jaulas y enseres

• Ir al lado del perro durante el paseo

• Acompañar a sus padres a las visitas al veterinario

LAS OBLIGACIONES DE LOS ADULTOS

• Fregar los acuarios, jaulas, utensilios…

• Cortarles las uñas a las mascotas

• Darles medicamentos

• Cambiar la arena del gato, hámsters, conejos…

• Establecer reglas de disciplina

• Sacar a pasear al perro.

REGLAS BÁSICAS DE SEGURIDAD

• Un animal siempre es un animal, nunca bajemos la guardia, por más confianza que tengamos en él; hay que ser precavidos.

• Visitemos al veterinario las veces necesarias, tengamos una mascota sana que lleve al día sus vacunas y revisiones.

• En general, los niños no estarán con sus mascotas sin nuestra supervisión.

• Hay que enseñarles que no deben molestar a los animales cuando estén comiendo o durmiendo.

• Igual que ponemos límites a nuestros hijos, debemos ponérselos a la mascota: por ejemplo, que no entre en el dormitorio del pequeño mientras duerme o que no nos moleste mientras comemos.

• No forcemos la relación entre la mascota y el niño: si quieren ignorarse que lo hagan.

• Prohibamos que traten a su mascota como a un muñeco, por ejemplo, no dejemos que vistan al perro.

• Cuando van por la calle, no deben tocar a otros perros sin que su propietario les dé permiso.

• Es preferible que acaricien su lomo y no su cabeza, y deben dejar que el perro les huela antes de tocarlo.

• No hay que correr hacia un perro, sino aproximarse despacio y nunca por la espalda.

• Estemos atentos cuando haya visitas que sobreestimulen o exciten a nuestro animal.

• Aunque con el primer hijo la relación con la mascota haya ido bien, no bajemos la guardia con el segundo, y tampoco cuando vengan otros niños a casa.

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