Existen varios miles de fortificaciones repartidas a lo largo y ancho de la geografía española. Así que no es difícil que todos tengamos alguna cerca para visitar. Subir a las torres de vigilancia, pasear por el patio de armas, atravesar el foso, fotografiarse junto al puente levadizo, recorrer las mazmorras, contemplar colecciones de armaduras medievales… Pocas excursiones de las llamadas culturales ofrecen tantos atractivos para un niño.
Eso es lo mejor de esta propuesta, que combina diversión y aprendizaje. Porque mientras nuestros hijos se entusiasman recorriendo galerías y torreones, reciben una pequeña lección de historia: a la salida, seguro que sabrán (sabremos) algo más de cómo era la vida de nuestros antepasados en el medievo.
Una oferta variada
Castillos hay muchos, pero no todos ofrecen lo mismo. Hay edificaciones imponentes y otras mucho más modestas. Algunas están muy bien conservadas; otras se encuentran casi en ruinas o están en proceso de reconstrucción. En ocasiones sólo es posible contemplarlas por fuera, aunque en muchas se permite el acceso al interior.
Además, algunas de estas fortificaciones albergan pequeños museos con interesantes y curiosas exposiciones sobre la época medieval. Y también hay castillos que ofrecen una visita teatralizada que consiste en recorrer el recinto acompañados por personajes vestidos de época, lo que puede aportar más alicientes a los ojos del niño. Lo mejor es informarse con antelación.
Antes de ir, conviene averiguar:
• Cómo es el castillo, si se puede ver por dentro, cuál es el horario de visita y si hay que concertarla previamente (en algunos sí).
• Cuánto dura el recorrido y si hay restricciones de edad. En determinados castillos, sobre todo los que se encuentran en peor estado, la entrada a algunas zonas puede estar restringida a niños pequeños.
• ¿Visita libre o guiada? Aunque salga un poco más caro, suele merecer la pena contratar este servicio. El guía puede ser muy útil para aclarar las dudas de los pequeños, y también las nuestras.
• ¿Es posible acceder con carritos de bebé? De no ser así, la mochila portabebés es una buena alternativa para trasladar al hermanito pequeño.
Preparar la salida
Los tres años es una buena edad para empezar a llevar a los niños a este tipo de actividades. Para disfrutarla al máximo, conviene preparar la salida en casa:
• Busquemos información sobre castillos y la Edad Media, en un lenguaje comprensible para los niños (tengamos en cuenta la edad de nuestro hijo). Además de Internet, hay muchos libros infantiles sobre la vida en los castillos; busquemos en la biblioteca más cercana.
• Despertemos su interés con preguntas alusivas: ¿sabes qué es un castillo?, ¿quién crees que vivía en ellos?, ¿sabes para qué servían esas torres tan altas?, ¿te gustaría visitar un castillo “de verdad”?, etc.
• Según la edad del niño y el interés que muestre se puede ampliar la información. La cuestión es saciar su curiosidad sin llegar a aburrirle. Podemos anotar alguna pregunta que nos haga para después planteársela al guía durante la visita.
• Sería bueno poder enseñarle con antelación imágenes de la fortificación que vamos a visitar (se pueden descargar de Internet). Mejor aún si le contamos algún cuento o leyenda relacionada con ese castillo. Ningún crío se resiste a una buena historia de caballeros y armaduras, con reyes y doncellas de por medio.
Durante la visita…
Como en cualquier excursión con niños pequeños, al principio hemos de darles algunas pautas de cómo comportarse: han de seguir los itinerarios marcados y no salirse de la ruta, no correr, hacer caso al guía, no tocar los objetos expuestos.
• A pesar de estas advertencias, no debemos perderles de vista. En este tipo de recintos siempre hay que extremar las precauciones para evitar
accidentes. En todo momento deben ir a nuestro lado y, si son pequeños, de la mano. • Reservemos algo de información para la visita. Si el interés decae, podremos ir sorprendiéndoles con datos llamativos o curiosos. A los niños les encanta conocer los detalles de la vida doméstica: por qué no tienen cristales las ventanas, con qué jugaban los niños, qué comían o dónde hacían sus necesidades los habitantes del castillo.
No hay que olvidar:
La cámara de fotos, para que los chicos se lleven un bonito recuerdo de esta jornada medieval, y también lápices y un cuaderno, por si les entra la vena artística. Al terminar la visita, si el tiempo lo permite, tal vez les apetezca contemplar el edificio desde lo lejos y dibujarlo (pueden trazar sólo la silueta y más tarde colorearlo en casa).
Y si son muy forofos del tema, podemos ayudarles a elaborar un álbum de castillos con fotos, postales o dibujos de todos los que vayamos visitando (las imágenes también se pueden archivar en una carpeta del ordenador). Así podremos comentar juntos las similitudes y diferencias entre unos castillos y otros.
Dónde informarse
En Internet hay muchas webs sobre castillos, entre otras:
• www.castillos-de-espana.com
• loscastillos.iespana.es/loscastillos
Merece la pena visitar…
En todas las comunidades autónomas hay castillos interesantes de ver. Éstos son sólo botones de muestra escogidos entre muchos:
• Castillo de Manzanares El Real (Madrid). Mitad palacio, mitad fortaleza, se dice de él que es el mejor conservado de la Comunidad de Madrid. Es un castillo como los de verdad, tal como los niños lo imaginan, con sus gruesos muros defensivos y sus torres rematadas con almenas.
• Castillo del Belmonte (Cuenca). Un castillo de cuento en el que se han rodado películas famosas como “El Cid” (la versión de Charlton Heston y Sofía Loren).
• Castillo de ampudia (Palencia). De estilo gótico, fue restaurado en los años 60 y hoy es un bello edificio con interesantes exposiciones, como una recreación de una botica medieval o una sala de armas.
• Castillo de Bellver (Mallorca). Llama la atención por su estructura circular, que lo hace único en España. Se construyó en el siglo XIV como residencia del rey de Mallorca Jaime II; en el siglo XVIII se utilizó como prisión militar.
• Castillo de loarre (Huesca). Sorprende a los visitantes por su belleza y su buen estado de conservación. Tiene hasta calabozo, algo que suele impresionar mucho a los niños. También ha sido escenario de varias películas.