Tener amigos es bueno. Las personas capaces de entablar relaciones y mantenerlas, de comunicarse con los demás, de hacer cumplidos y agradecer los halagos de los demás tienen muchas más posibilidades de ser felices y tener éxito en sus relaciones. Por eso conviene enseñar a los hijos el valor de la amistad cuanto antes. Y eso no se aprende de un día para otro, sino que se trata de un proceso de formación en habilidades sociales que el pequeño irá desarrollando poco a poco con la familia, los compañeros de colegio, los iguales.
Hacer cumplidos no es hacer la pelota. Forma parte de las habilidades sociales necesarias para relacionarse con los demás. Todo el mundo agradece la expresión de sentimientos positivos, porque eso significa que el otro valora algo nuestro, nos hace sentirnos queridos, genera simpatía y afianza los lazos de amistad.
Me gusta tu risa
Una frase así nos alegra el día. Los cumplidos tienen un efecto casi mágico sobre los demás. No se trata de ser falsos, es decir, no hay que elogiar por el mero hecho de hacerlo, pero seguro que encontramos algo agradable que decir al otro con total sinceridad. “Qué bonita letra tienes”, “Cómo molan tus zapatillas”… Comunicar a alguien un aspecto positivo es ser generoso, y a cambio recibiremos su agradecimiento en forma de amistad y simpatía.
Gracias por el cumplido
Tan importante como aprender a hacer cumplidos es saber recibirlos. Si alguien nos dice “Me encanta tu pelo” y nuestra reacción es agachar la cabeza y cambiar de tema sin decir nada, probablemente al otro se le quitarán las ganas de volver a halagarnos. O lo que es peor, si respondemos: “Es horrible, yo lo odio”, nuestro interlocutor pensará que nos ha molestado su comentario.
Hay que aceptar los elogios con agradecimiento. Sonreír y contestar algo así como: “Gracias, me alegra que te guste” es la manera adecuada de recibir un halago y mostrarle al otro nuestra satisfacción por su modo de proceder. Tal vez no estemos de acuerdo con sus preferencias capilares y nuestro pelo no nos tenga nada satisfechos, pero en ese caso, después de responder con la frase anterior, podemos añadir: “Me da mucho trabajo, porque me gustaría tenerlo menos rizado”. O quizá limitarnos a responder: “Gracias. A mí me gusta mucho el color del tuyo”. De este modo, sabrá que nos agrada lo que nos ha dicho.
Hay personas que no saben aceptar un cumplido y eso no quiere decir que les moleste. En el fondo quisieran manifestar su alegría y el íntimo contento que produce gustar a los demás. Aparte de pasarlo mal ellas mismas, son incapaces de devolver al otro el agradecimiento por su alabanza. Es una pena, porque la amistad y las relaciones humanas se nutren también de la capacidad para hacer y recibir elogios.
De gran utilidad
Aprender a hacer cumplidos y saber recibirlos como se merecen permite ampliar nuestras habilidades sociales a otras destrezas necesarias, como decir que no cuando queremos hacerlo o ser asertivos; esto es, saber expresar nuestros sentimientos, emociones, opiniones y criterios.
Hacer cumplidos sirve para:
• Sentirnos bien por ser capaces de decir algo agradable a los demás
• Ensayar la expresión de nuestros sentimientos
• Conseguir que los demás se sientan bien
• Mejorar la relación con los otros
Aceptar cumplidos sirve para:
• Sentirnos bien por conocer lo que a los demás les gusta de nosotros
• Expresar que valoramos lo que nos dicen
• Hacer sentir bien a los otros
• Aumentar la posibilidad de que quieran volver a hacernos cumplidos
Actitudes que ayudan
Lo mejor es predicar con el ejemplo, hacer halagos al niño y alegrarse cuando nos diga algo elogioso. Y, por supuesto, comentarlo: “Me encanta que me digas que estoy guapa”. La imitación es una de las mejores formas para aprender habilidades sociales. Es importante reforzarle siempre que haga un cumplido, con una sonrisa, un agradecimiento y, tal vez, con otro cumplido.
No le critiquemos ni le pongamos etiquetas cuando no sepa recibir un halago. Decir “Es que es muy tímido” no va a mejorar la situación; el niño se siente criticado y asume que actúa así porque es su forma de ser.
Tampoco debemos mostrarnos exigentes ni forzarle si le cuesta relacionarse y le da vergüenza. Necesita su tiempo. Poco a poco, irá avanzando y nosotros no perderemos la ocasión de decirle lo bien que lo está haciendo.