Montar en bici desarrolla el sentido del equilibrio y de la orientación, entrena la motricidad, quema calorías, ensancha el corazón y los pulmones, ejercita los músculos, fortalece los huesos, aumenta las destrezas, incrementa la autonomía… y además es una actividad muy divertida que se practica al aire libre, y mejor si es acompañado. A los niños les encanta ir en grupo y más cuando papá y mamá se unen a la excursión.
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Demasiado tiempo en la vídeo-consola
La enorme afición de los niños por estos juegos —ocupan los primeros puestos de preferencia en todas las encuestas— hace que los padres se preocupen por el tiempo que pasan con ellos. Y está bien preocuparse por que no jueguen siempre con lo mismo, sobre todo, siendo un juego en el que están quietos, pero también hay que ocuparse de cómo juegan con la vídeo-consola: ¿qué juegos les gustan? ¿juegan solos y aislados? ¿se ponen nerviosos con algún juego?
Hay que enterarse. Así como estamos al tanto sobre juguetes o ropa hay que conocer los videojuegos. Para muchos padres será un mundo nuevo pero es una experiencia que nadie debería perderse. Es una de las poquísimas actividades en las que los niños pueden ser maestros de los padres, permitirles que nos enseñen será tan enriquecedor para ellos como para los adultos. Los niños ocupan un lugar nuevo para ellos, por una vez son los que saben, y los padres se enterarán no sólo de cómo se juega a eso que parece tan difícil, sino de cómo ve su hijo cada videojuego, de si es capaz de compartir lo que sabe enseñándolo y de si deben preocuparse por el hecho de que su hijo juegue con la vídeo-consola.
No pasemos de los videojuegos, no los consideremos parte de la vida de los chicos, hay que integrarlos en el proceso de la educación. Así como nos interesamos por las películas que pueden ver o los libros que nos gustaría que leyeran, hay que saber qué videojuegos queremos que jueguen. En cuanto se conozca un poco, se verá que hay juegos maravillosos. Que los niños nos cuenten de qué van los juegos y cómo se mueven los muchos botones del mando, que jueguen un rato con nosotros, a pesar de nuestra torpeza. Es un ámbito en el que tenemos que entrar si no lo hemos hecho ya porque, según los datos, la edad promedio del jugador a nivel mundial es de 29 años. Y varios estudios comprueban que para los adultos jugar a videojuegos ayuda a descargar el estrés contribuyendo a la buena salud.
Para qué sirven los videojuegos
Tienen una estética muy cuidada, los escenarios, los personajes, todo el aspecto visual está trabajado con esmero, igual que una película o las ilustraciones de un bonito libro. Pero no se trata nada más que de placer estético, los niños, cuando juegan, desarrollan capacidades de conocimiento, de imaginación y de esfuerzo.
Los videojuegos, en general:
• Favorecen la organización espacio-temporal, hay que estar en el momento preciso en el sitio justo
• Desarrollan la coordinación entre la vista y las manos
• Desarrollan destrezas básicas como la rapidez de reflejos y la memoria
• Exigen la puesta en práctica de tácticas y estrategias
• Aumentan la rapidez de razonamiento y toma de decisiones
• Estimulan el afán de superación
• Requieren concentración, lo que los hace muy adecuados para niños muy inquietos o que se distraen con facilidad
• Desarrollan la capacidad de procesar mucha información al mismo tiempo
• Familiarizan con la tecnología. No sólo a través de la destreza manual, en el caso del mando, sino también con la concepción de lo que ocurre en la pantalla
• Aumentan la capacidad de reacción en situaciones imprevistas
• Aumentan el ángulo visual. Los videojugadores tienen un campo visual más amplio
Como padres podemos también asomarnos a este mundo que desborda la imaginación, viviremos aventuras con nuestros hijos, trazaremos estrategias, adoptaremos distintas personalidades y desarrollaremos habilidades. Así veremos de cerca lo que atrae a los niños y sabremos si hemos o no de preocuparnos por su afición.
TIPOS DE VIDEOJUEGOS
Según el argumento se dividen en seis clases y los hay para todos los gustos.
• Arcade. Son los de plataformas o laberintos, hay que llevar al personaje a través de los escenarios de las distintas pantallas. Son juegos muy rápidos que requieren tiempos de reacción mínimos. Precisan grandes dosis de atención y memoria. En jugadores predispuestos pueden provocar nerviosismo o estrés.
• Acción. Luchas y peleas. Se basan en ejercicios de repetición, por ejemplo, con tal botón el personaje da una patada. Imponen un ritmo veloz y exigen rapidez de reflejos.
• Deportivos. Hay de fútbol, tenis, baloncesto, conducción… recrean diversos deportes. Ponen en juego la habilidad, la rapidez y la precisión.
• Estrategia. Son los de aventura, rol y juegos de guerra. Consisten en trazar una estrategia para superar al contrincante. Exigen concentración, saber administrar recursos, pensar y definir estrategias y prever los comportamientos del rival.
• Simulación. Todos aquellos que simulan el funcionamiento de máquinas como aviones. Permiten investigar y experimentar. Necesitan de estrategias complejas y de conocimientos específicos.
• Juegos de mesa. Los de habilidad como el Tetris, preguntas y respuestas… Igual que los de toda la vida pero mejores. Y los de habilidad son muy útiles para desarrollar la organización en el espacio, la rapidez de reflejos y diferentes coordinaciones.
¿Cómo elegir los juegos?
Es muy fácil, están más clasificados que las películas. Los fabricantes de los videojuegos junto con consumidores, padres y grupos religiosos han elaborado el código PEGI (Pan European Games Information), que se usa en toda Europa en cualquier software interactivo.
Este código tiene dos índices de información. Uno, con números, indica para qué edad es adecuado el juego. Los clasifican en 3+, 7+, 12+, 16+ y 18+. Pero no tienen en cuenta la dificultad del juego sino los contenidos.
El segundo índice informa, precisamente, sobre los contenidos del juego. Con íconos indica si contiene lenguaje inapropiado, si muestra desnudos o referencias sexuales o si hay escenas de violencia. El código PEGI es tan estricto que, por ejemplo, la presencia de un cigarrillo en el contenido del videojuego es motivo para que aparezca el icono de “Drogas”.
Aunque no es obligatorio, prácticamente todos los videojuegos llevan el código bien visible en su carátula. Eso nos permitirá acertar en la compra y disfrutar sin ningún riesgo.
REGLAS PARA EL USO DE LA VíDEO-CONSOLA
La tecnología nos rodea, a sacarle el jugo entonces. Así como hacemos un buen uso del teléfono, la nevera o la tele, se puede hacer un uso excelente de la vídeo-consola. Sólo hay que tener en cuenta cuáles son los aspectos perjudiciales para poder anularlos.
• Compremos más de un mando. Al comprar una vídeo-consola, hay que comprar más de un mando. Que también se pueda jugar solo no quiere decir que no se pueda con otros. Así deja de ser un juego en solitario. Tíos, abuelos, amigos, todos podrán jugar. La mayoría de las consolas permiten hasta cuatro mandos.
• ¿Dónde ubicarla? En el centro de la casa, allí donde la familia se reúne, puede ser el salón. Si se pone en un lugar aislado, en un cuarto o un estudio, es lógico que el vídeo-jugador se aísle. En la sala se facilita que otros niños o adultos se unan al juego. Además viene bien para echarle un ojo a lo que juegan y cómo lo juegan.
• ¿Cuánto tiempo pueden jugar? Es algo que se debe acordar con los niños teniendo en cuenta algunas cosas. Estrenar vídeo-consola es apasionante pero la pasión no dura más de tres meses, después se calma y es un juego más. Estrenar videojuego, más de lo mismo. Pero al margen de estos grandes momentos los especialistas coinciden en que el niño no debe dedicar más de dos horas diarias entre vídeo-consola, Internet y televisión. Es importante que aprenda a controlarse, que la apague él mismo. Esto se puede conseguir mediante “alarmas naturales”, como que tenga que hacer alguna cosa o ir a un lugar y eso le indique que es hora de desconectar; por ejemplo si va a entrenar a las 18.00 h, ya sabe que a las 17.30 hay que apagar y prepararse para salir.
• ¿Es un juego seguro? Hay juegos que se juegan en línea, hay que tomar precauciones para que los niños puedan hacer un uso seguro de Internet. En las carátulas de los videojuegos vienen recomendaciones sobre edad, contenido, incluso a qué distancia de la pantalla hay que situarse, posturas correctas… Pero ojo con los intercambios de juegos entre amigos, porque los padres no se enteran a veces de a qué están jugando sus hijos.
• ¿Cuáles regalarles? Como con cualquier regalo, hay que atender los gustos del destinatario. Pero como los videojuegos son un mundo por descubrir para cualquiera, si el dinero no lo impide, se pueden regalar de dos en dos, uno que sepamos que le gustará al niño y otro que queramos que le guste. En Internet abunda la información sobre toda clase de videojuegos, muchísimo más que interesantes.
¿CUÁNDO PREOCUPARSE?
El propio atractivo de los videojuegos a veces los convierte en escapismos de situaciones complejas. Un estudio llevado a cabo entre once mil niños de la Unión Europea reveló que la vídeo-consola era la compañera ideal para olvidar conflictos. No obstante los mismos niños también señalaban que preferían socializar el entretenimiento buscando compañeros para los juegos o intercambiándolos. Aunque jugar solo no tiene nada de malo, al contrario, es signo de una personalidad saludable, si se convierte en un exceso es señal de que algo no anda bien.
Cualquier cambio brusco en la personalidad del niño, tanto en la escuela como en casa, si presenta reacciones desmedidas o dificultades nuevas, debe llamar la atención de los padres. Pero hay que tener claro que la vídeo-consola no es la causa de estos problemas aunque puede ser usada por el niño para escaparse de ellos y no pensar.
Si invierte tiempo de sueño, de comida o cualquier otra actividad que antes hacía: deberes, juegos con amigos, actividades deportivas… puede que exista un problema.
Hay que estar atentos y, como en cualquier otro aspecto de la vida, cuidar de que haga un buen uso de algo tan maravilloso como los videojuegos.
Una mascota en casa
Los cuentos, los peluches, los juguetes, las series de televisión, la ropa, las películas infantiles… están plagadas de la más diversa fauna porque, como todo el mundo sabe, a los niños les fascinan los animales. Traer una mascota al hogar es aumentar la familia, con todo lo que eso implica: más diversión, más afecto y también más responsabilidades.
¿Para qué sirve un animal?
Desde luego no es equiparable un perro con un pez, pero, en general, las mascotas aportan enormes ventajas a los niños.
• Permite expresar el afecto. Acariciar a un gato o un conejito es agradable para un niño, es como el peluche o la sabanita que le daba seguridad años atrás. Según escribió el sociólogo Marvin Harris, “Mientras las personas acarician a sus mascotas disminuye su ritmo cardiaco y la presión arterial (…). La mera contemplación de un pez en un acuario casero rebaja la presión arterial”. Es relajante y, de hecho, las mas- cotas se utilizan en terapias para ayudar a niños con graves trastornos.
• Da popularidad. ¿Creíamos que los niños se morían por presumir de su último videojuego? Pues no, según las encuestas, lo que de verdad les permite ganar puntos ante sus amigos es tener un animal. Les gusta hablar de él, porque saben que es un tema que interesa a sus iguales; o sea, que además se socializan.
• Aumenta el sentido de la responsabilidad. Es una utopía esperar que un niño se ocupe de su mascota; sin embargo, a esta edad ya debe colaborar en su cuidado. No podemos esperar que saque de paseo al perro, pero sí que compruebe si el recipiente de su agua está lleno. Hay que ir dándole responsabilidades conforme aumente su capacidad de desarrollo, pero aún necesita nuestra supervisión y, a menudo, que se lo recordemos cada día.
• Inculca respeto. Un animal no es un muñeco.
Hacia los cinco años los niños empiezan a desarrollar la empatía, es decir, ya son capaces de ponerse en el lugar del otro e imaginar cómo se siente. Pronto aprenden que a su mascota no le gusta ser molestada a todas horas.
• Desarrolla la habilidad motora. Llenar la botella de agua del pájaro o echar pienso en la cajita del hámster requiere destreza. Los niños ejercitan así sus capacidades.
• Ayuda a aprender. Muchos críos leen cuentos a su perro o le preguntan la lección que están estudiando. Esto les permite practicar en voz alta, ensayar, memorizar y fijar su atención ante alguien que no va a juzgarles ni corregirles.
• Proporciona consuelo. Cuando los pequeños se sienten tristes, asustados, enfadados o tienen un secreto, su mascota suele ser la primera en enterarse. Un animal es un compañero muy especial que siempre está disponible, ayuda al niño a disminuir su ansiedad y a sentirse apoyado incondicionalmente.
• Enseña a cuidar de otros. El deseo de ocuparse de los demás no aparece de repente en la edad adulta, se aprende desde pequeños. Practicar con los muñecos es fabuloso, pero algunos niños creen que eso es un juego de niñas. Con los animales ese sentimiento sexista no aparece, niños y niñas perciben por igual que sus mas- cotas son seres vivos que dependen de ellos y necesitan de sus cuidados.
• Ofrece diversión. Un animal proporciona horas de juego, observación, risas y comentarios.
• Fortalece el sistema inmunitario. Algunos estudios señalan que los niños que conviven con animales desarrollan menos alergias, asma y enfermedades porque su sistema inmunitario se fortalece. Por supuesto que esto no siempre es así, y conviene estar muy atentos para detectar pronto si nuestro hijo tiene problemas por culpa de la mascota.
• Instruye sobre la vida. Los animales tienen también una función educativa porque familia- rizan a los niños con aspectos naturales, como el nacimiento, el coito, la agresividad, la muerte…
• Fortalece los lazos familiares. Son como de la familia, hacemos actividades juntos, compartimos su cuidado, nos preocupamos ante su enfermedad, reñimos sus travesuras… Puede que dos hermanos se peleen, pero les une el cariño por su mascota.
También podemos decir que no
Pese a todo lo anterior, no estamos obligados a tener una mascota. Digamos que no a nuestros hijos si tenemos poco espacio en casa, si llegamos muy justos a fin de mes, si no contamos con un minuto libre, si sabemos de antemano que no podremos tratar a un ser vivo como se merece o si, simplemente, los animales nos gustan tan poco como a Cruela de Vil. En caso contrario, miremos a ver cuál nos conviene.
COSAS QUE PUEDEN HACER LOS NIÑOS DE 7 A 9 AÑOS POR SU MASCOTA
• Alimentarla
• Asegurarse de que tenga agua
• Acariciar, rascar y cepillar a perros, gatos…
• Recoger los juguetes del perro, el gato…
• Dar premios por obedecer
• Jugar a lanzar objetos para que el perro los traiga
• Jugar con los jerbos, conejos o hámsters fuera de la jaula
• Dar órdenes sencillas
• Ayudar en el baño de la mascota y en la limpieza de jaulas y enseres
• Ir al lado del perro durante el paseo
• Acompañar a sus padres a las visitas al veterinario
LAS OBLIGACIONES DE LOS ADULTOS
• Fregar los acuarios, jaulas, utensilios…
• Cortarles las uñas a las mascotas
• Darles medicamentos
• Cambiar la arena del gato, hámsters, conejos…
• Establecer reglas de disciplina
• Sacar a pasear al perro.
REGLAS BÁSICAS DE SEGURIDAD
• Un animal siempre es un animal, nunca bajemos la guardia, por más confianza que tengamos en él; hay que ser precavidos.
• Visitemos al veterinario las veces necesarias, tengamos una mascota sana que lleve al día sus vacunas y revisiones.
• En general, los niños no estarán con sus mascotas sin nuestra supervisión.
• Hay que enseñarles que no deben molestar a los animales cuando estén comiendo o durmiendo.
• Igual que ponemos límites a nuestros hijos, debemos ponérselos a la mascota: por ejemplo, que no entre en el dormitorio del pequeño mientras duerme o que no nos moleste mientras comemos.
• No forcemos la relación entre la mascota y el niño: si quieren ignorarse que lo hagan.
• Prohibamos que traten a su mascota como a un muñeco, por ejemplo, no dejemos que vistan al perro.
• Cuando van por la calle, no deben tocar a otros perros sin que su propietario les dé permiso.
• Es preferible que acaricien su lomo y no su cabeza, y deben dejar que el perro les huela antes de tocarlo.
• No hay que correr hacia un perro, sino aproximarse despacio y nunca por la espalda.
• Estemos atentos cuando haya visitas que sobreestimulen o exciten a nuestro animal.
• Aunque con el primer hijo la relación con la mascota haya ido bien, no bajemos la guardia con el segundo, y tampoco cuando vengan otros niños a casa.